La estampa es de lo más veraniega: un cúmulo de pobres desgraciados, a menudo tres o cuatro, cabalgan contra viento y marea en busca de una exigua victoria de etapa que adorne su discreto palmarés. Por detrás, una bestia serpenteante y colorida de más de cien ciclistas consume los minutos y los kilómetros entre bostezos y una aparente e inexplicable relajación. El reloj corre, y también el cuentakilómetros: unos los zampan a 40 kilómetros por hora. Otros, a 50.
¿Por qué? El hecho en sí no es misterioso: todos los aficionados ciclistas y todos los ciclistas profesionales son plenamente conscientes de las ventajas de circular dentro del pelotón. La resolución del escenario previo es casi siempre invariable, especialmente en la primera semana: conforme la llegada se acerca, el pelotón acelera el ritmo, se enfila y devora la antaño gigantesca ventaja de los escapados. Es la primera semana del Tour y el espectador novicio, probablemente aturdido por la siesta, se dispone a contemplar un sprint.
En el proceso, resuelto mediante una pelea a cara de perro entre un puñado de hercúleos llegadores, se juntan diversos factores. Pero uno de ellos sobresale con nitidez: el aire.
Esa es, al menos, la obsesión de Bert Blocken, profesor de la Universidad Técnica de Eindhoven y de la Universidad Católica de Leuven. Blocken saltó a la fama hace algunos años cuando analizó la sorprendente postura adoptada por Chris Froome en un descenso (clave) del Tour de Francia. El británico se agazapó sobre el manillar, volcado encima de la barra, para ganar algunos segundos de ventaja sobre Nairo Quintana y los demás perseguidores. Aquella tarde no sólo obtendría la etapa (de forma estelar y en un descenso, algo inédito), sino también el maillot amarillo.
El Sky, equipo del tetracampeón, corrió raudo a ofrecer una explicación técnica del fenómeno. Desde sus inicios, la escuadra de Dave Brailsford había presumido de una vis cientifista, supuestamente revolucionaria, muy celebrada entre la opinión pública. Pequeños detalles y aspectos a priori marginados por otros equipos (y por la sapiencia ciclista tradicional) que permitirían a los ciclista de Sky mejorar aspectos marginales ("marginal gains") para imponerse a sus rivales. El descenso de Froome pasaba así de fea excentricidad a virguería científica.
Blocken, reputado especialista en las interacciones entre la resistencia del aire y el movimiento de los ciclistas, arqueó una ceja desde su despacho. Analizó los vídeos de Froome y escribió un artículo, a la postre viral, descifrando el misterio. Para ello se valió de complejos modelos algorítmicos y de diversas simulaciones que explicaban con todo lujo de detalles el rango de posturas idóneas para ganar tiempo durante un descenso. La de Froome, según Blocken, era bastante mediocre.
El aire y los ciclistas: cuestión crucial
Las imágenes compuestas por Blocken, amparadas en las posturas desplegadas por toda una variedad de ciclistas durante las competiciones oficiales, recorrieron los foros ciclistas de la red como la pólvora. Su clasificación tuvo éxito, y al cabo de los años Froome corregiría su postura en los descensos (como se aprecia en su totémica etapa del pasado Giro de Italia) para aproximarla a la de Peter Sagan y otros ciclistas, señalada por Blocken como la más aerodinámica.
Para entonces Blocken ya tenía cierta reputación dentro de los círculos deportivos por sus interesantes experimentos y hallazgos. Originalmente, los trabajos del investigador belga se centraron en la relación aerodinámica entre dos ciclistas cualquiera. Se sabe desde tiempos inmemoriales que el corredor que pedalea frente al otro asume la mayor parte de la carga aerodinámica, invirtiendo más esfuerzo (potencia) para alcanzar la misma velocidad. Aquel que le sigue se aprovecha de su estela, quedando protegido del choque con el viento.
Blocken no sólo puso ciencia allí donde antes sólo había tradición oral, sino que también descubrió algo interesante: el ciclista que circulaba detrás también contribuía a aligerar la carga de esfuerzo de su abnegado compañero. Al chocar frontalmente contra el viento, la masa corpórea del primer ciclista generaba bolsas de altísima presión por delante y de bajísima presión por detrás. Si el ciclista que se colocaba a su rueda cerraba la distancia al máximo, empujaba la bolsa de baja presión, contribuyendo a reducir la carga aerodinámica.
Dicho de otro modo, si Alejandro Valverde tira de Nairo Quintana para atrapar a Chris Froome, la presencia de Quintana, por más que sea puramente de acompañamiento, dota de cierta ventaja al dúo del Movistar.

La materia le resultó de tanto interés que Blocken continuó indagando. Su siguiente trabajo exploró las relaciones aerodinámicas entre los ciclistas y los coches. Por descontado, tener una moto por delante (no digamos ya un coche) es una ayuda descomunal para cualquier ciclista (motivo por lo que está prohibido). Pero resulta que, siguiendo la misma lógica expuesta antes, tenerlo detrás también ayuda. Un coche demasiado cercano cierra las bolsas de alta presión, empujando virtualmente al corredor. La UCI, en consecuencia, alejó la distancia entre ambos en las CRI.
Los trabajos del investigador belga contaron con cierto recorrido dentro del pelotón profesional, y contribuyeron a despertar el interés de diversos equipos en sus modelos para descifrar qué posturas o qué formaciones en carrera contribuían a reducir el choque aerodinámico. De modo que su siguiente paso era relativamente previsible: estudiar, en agregado, qué pasa cuando un pelotón rueda a bloque. Qué ciclistas soportan la mayor parte del esfuerzo y cuáles se benefician de ellos.
Es aquí donde entraron en juego otros socios tradicionales de Blocken, Ansys y Cray. Dada la escala y la capacidad técnica de sus investigaciones, Blocken requería de profundos y revirados modelos de simulación para proyectar posibles soluciones a sus dilemas físicos, y de grandes computaciones que dieran respuesta a las infinitas probabilidades planteadas por las simulaciones. Ansys, dedicada durante décadas y en exclusividad a la provisión de sistemas de simulación, proveería los primeros; Cray, en su variante europea, los segundos.

"Quería investigar qué ocurre dentro del pelotón", explica Blocken, "saber cuál es el mejor punto aerodinámico para ubicar al maillot amarillo". No es una cuestión baladí: pese a la aparente intrascendencia de las etapas llanas, condenadas durante décadas al ritual de la siesta, los equipos principales labran durísimas batallas en busca de la posición más óptima. Sus líderes deben ir protegidos y expuestos al mínimo, pero también en posiciones delanteras para evitar percances.
Los manuales y las teorías ciclistas sobre la reducción de carga aerodinámica gracias al posicionamiento suelen afirmar que ir a rueda reduce el 50% del esfuerzo requerido para generar una potencia cualquiera. Blocken encontraba el dato insuficiente. "Si preguntas a los ciclistas profesionales sobre cómo es circular dentro del pelotón te dirán que apenas tienes que pedalear", cuenta. El beneficio debía ser mucho mayor, ¿pero por qué y cuánto más?
¿Cuánto ganas yendo a rueda?
El primer proyecto de su equipo consistió en un modelo de cuatro ciclistas. Por ahí, es cierto, la ciencia aportaba validación al conocimiento popular: los ciclistas ubicados en la posición tercera y cuarta obtenían reducciones de esfuerzo de entre el 50% y el 54%. Pero las dinámicas físicas generadas por la interacción de los cuerpos humanos y del aire varían drásticamente cuando el grupo aumenta su tamaño poco a poco. Casi todas las simulaciones tiradas hasta la fecha habían sido pequeñas. Si Blocken quería resolver su misterio, necesitaría mucho más.
Para ello, el equipo de la Universidad de Eindhoven se valió de dos caminos: por un lado, una réplica del pelotón. Escogieron a uno de los investigadores, lo montaron sobre una bicicleta y extrajeron un molde de Thijs van Druenen, doctorando de la universidad, a pequeña escala. Después lo multiplicaron por 121 y obtuvieron un hermoso pelotón de ciclistas clónicos capaz de introducirse en el túnel del viento. Ahí optarían por la experimentación variando la formación del pelotón.

Por otro, Blocken desarrolló un sistema de simulación compuesto por más de 3.000 millones de celdas, con la tecnología de Ansys. El pelotón obtenido del molde sería trasladado a un diseño 3D sobre el que se tirarían diversas simulaciones. "Cada parte de tu cuerpo es relevante a la hora de luchar contra la resistencia que opone el aire", indica, por lo que el modelo debía ser detalladísimo. Dibujar y tener en cuenta cada curva de la nariz, cada ángulo del cuadro, cada rendija del casco.
En ambos casos, el equipo de investigación obtuvo resultados muy similares: ir a cola de pelotón y en las filas centrales reducía el esfuerzo requerido por un ciclista para circular a 54 kilómetros por hora entre un 5% y un 10%. Es decir, Nairo Quintana, agazapado y protegido en el interior de la gran masa ciclista que surca cada estío las carreteras francesas, invertiría en su desplazamiento apenas una décima parte del desplegado por Danielle Bennati, su gregario, al frente del pelotón.
A nivel virtual, añade Blocken, el esfuerzo realizado por los ciclistas situados en las posiciones más favorecedoras del pelotón sería el "equivalente a pedalear a 12 o 17 kilómetros por hora". Es decir, el grueso de la serpiente multicolor, un porcentaje aproximado del 40% de los corredores que lo componen, disfrutaría de un trayecto a más de 50 kilómetros por hora por el mismo precio que tú pagas al ir al trabajo en bicicleta. No pedalearían, no se cansarían, pero volarían.
Los datos de Blocken rompen con las tradicionales predicciones del conocimiento ciclista. "Es uno de los grandes motivos por los que las escapadas de hoy no llegan tanto a meta", explica. Los equipos suelen planificar con detalle el punto exacto en el que un ataque tiene visos de prosperar o no: se valen de datos de todo tipo y afinan el rendimiento de sus ciclistas hasta en detalles tan ínfimos como la forma del casco. Cada milésima cuenta en un deporte marcado por una alta competitividad. Y sin embargo, según Blocken, estarían utilizando datos erróneos en sus previsiones.

La investigación belga-holandesa evidencia la enorme superioridad del pelotón a la hora de tirar las escapadas. Una superioridad, hasta cierto punto, minusvalorada en los cálculos clásicos, que invitarían a los equipos a moverse demasiado pronto, condenando el esfuerzo requerido (X vatios durante Y minutos) para cobrarse la victoria.
El proyecto de Blocken afina otros aspectos del posicionamiento dentro del pelotón. Por ejemplo, los hombres delanteros también se benefician de rodar en grupo. Ellos se comen las altas presiones consecuentes al choque con la masa de aire con la que tienen que lidiar de forma permanente, pero se benefician del impulso virtual que generan sus colegas a cola de formación beneficiados por una muy baja presión. Es decir, el efecto aerodinámico es global. Aunque un sólo corredor seguido por 120 persiguiera a otro, correría con ventaja: su resistencia aerodinámica sería menor.
¿La mejor opción para los líderes, entonces? Por ahí no hay novedad: "Las posiciones delanteras, pero centrales", indica el belga, señalando a los ciclistas que requieren del 14% o el 20% de energía para correr a la misma velocidad. Al frente, previniendo posibles ataques, cortes o caídas, pero aún así protegidos. Aquellos que sólo realizan el 5% del esfuerzo se cansan mucho menos ("hasta yo podría correr ahí", bromea Blocken), pero están expuestos a otros imprevistos.
Más allá de la maqueta y de las imágenes, el equipo de investigación ha producido un detallado paper científico donde dan cuenta de sus descubrimientos. Según relatan, los trabajos profesionales centrados en esta materia eran hasta ahora inexistentes, por lo que puede abrir nuevos caminos a la investigación. Trazados útiles que algunos equipos, como CCC, Jumbo-Visma o Groupama-FDJ, ya están tomando. El interés es evidente: al comprender mejor la física del pelotón, te puedes aprovechar de ella.
A gran escala, trabajos como el de Blocken permiten difundir los porqués del ciclismo. Por qué los profesionales pueden recorrer tan largas distancias durante tantos días seguidos, por ejemplo; por qué son capaces de alcanzar medias tan altas, impensables para cualquier grupeta o incluso para ellos mismos durante sus entrenamientos; o por qué la labor de los gregarios durante este tipo de etapas es tan esencial, lejos del adormecido espectáculo que algunos creen contemplar.
Los hallazgos no inventan la rueda del deporte, por descontado: sólo lo cuantifican y le ofrecen un razonamiento técnico, medido. A partir de aquí, el camino de Blocken y sus compañeros es incierto: el pelotón simulado es un hito de las simulaciones deportivas, dado que jamás antes se habían corrido sobre un conjunto de celdas tan gigantesco (cada simulación requería de 54 horas de computación por parte de Cray, cifra que da idea de lo complejo de los cálculos).
El futuro dirá si la ciencia puede desentrañar otros misterios aún candentes dentro del ciclismo.
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bna
Muy interesante el articulo y el estudio.
Un pequeño detalle que no se comenta pero seguro que en el estudio aparece es que todos estos supuestos son con rozamiento 0 y pendiente 0. Vamos que la ganancia por ir en el pelotón es gigantesca pero no van de paseo.
alvaroconde
"un cúmulo de pobres desgraciados, a menudo tres o cuatro, cabalgan contra viento y marea en busca de una exigua victoria de etapa que adorne su discreto palmarés."
Al único desgraciado que veo aquí es alque ha escrito esta gilipollez.
foil
De este poder aerodinámico se aprovechan las aves migratorias para recorrer miles de km. De hecho hay vídeos por ahí de lo que pasa cuando un ave se "despista" y se sale del flujo de aire de la bandada, se puede hasta llegar a romper el cuello.
Lo mismo ocurre dentro del agua con los bancos de peces, nadan juntos porque es más eficiente y gastan menos energía, además de parecer un animal más grande y por tanto ser más seguro para ellos.
Una interesante variación de los pelotones son los abanicos, aprovechando también el viento (en este caso lateral) y la aerodinámica para romper el pelotón en varias partes: http://sextoanillo.com/index.php/2017/03/09/abanicos-ciclismo/
aar21
Artículo muy bueno y muy interesante, gracias Andrés.
pirovitz
Lo de la física es fascinante, y los matemáticos que consiguen descubrir ecuaciones o formulaciones matemáticas y trasladar este funcionamiento a algo definido con números, ya me parece de Nóbel.
Ahora bien, me gustaría saber por qué incluso en los trabajos sucede el mismo fenómeno, y hablo en positivo, que si el equipo se mantiene trabajando a un cierto ritmo, todos en pelotón se benefician de mejores resultados con inferior esfuerzo. Me resulta curioso pues aquí ya interviene poco o nada la física.
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Un artículo excelente!
Felicidades!
TOVI
Que artículo mas interesante, a pensar de saberlo, me ha venido genial verlo gráficamente.
+1
oso_togari
me extraña q nadie haya comentado lo mas interesante del articulo… lo del rebufo era obvio, pero lo de que el primero se aprovecha a su vez de la aerodinamica del grupo es increible
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Muy interesante el artículo. Pero me pregunto si el movimiento de los ciclistas no influye en la aerodinámica del pelotón. Sinceramente me causa desconfianza que las simulaciones y las pruebas de laboratorio sean con muñecos fijos.
polromeu
"por hora [a entre un] 5% y un 10%", me falta una "a "por aquí para entender que es el 5% del esfuerzo, no una reducción DE un 5% sinó A un 5%.
juanma112
Una gozada leer este artículo. Me estoy iniciando en el mundo de la bici y sin duda es interesantísimo profundizar en temas como éste. Gracias
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Cualquiera que ande en bici sabe que yendo a rueda se ahorran muchas energías, eso es indiscutible. Pero eso de que es equivalente a ir a 12 por hora es pasarse.
Ir a 12 por hora en llano es prácticamente ir parado. De hecho tendrías que frenar de vez en cuando para no pasarte a la mínima pedalada.
E ir a 54 por hora, por mucho que vayas a rebufo ahorrando energías, es mucha velocidad y requiere cierto esfuerzo. No se si equivalente a ir en solitario a 30 o a 25 pero desde luego no a 12 por hora.
jonkariu
Súper interesante.
Andrés, ¿qué necesidad hay de usar la palabra inglesa paper, en itálica además, si llevamos décadas usando "artículo"?
Éste es un artículo periodístico o de divulgación científica, si queremos, pero el que comentas es un artículo científico. Como millones se han publicado en las últimas décadas, y se les ha llamado, por los propios científicos, artículos científicos.
Cuando hace falta perfecto, pero si no es necesario es tontería usar palabras de idiomas ajenos. No aporta nada.
tolek22
Cool
mallorcax
No hay que subestimar a la ciencia y el poder del rebufo. Sin duda se podrían poner molinos de viento en las carreteras para aprovechar la inercia del viento generada por la velocidad de los coches. Diseño web para Escorts
listas m3u
Muy buen articulo, gran información. Muchas gracias
jesusmarrone
Genial la explicación del rebufo, pero no me parece válida la comparación en el primer vídeo de Froome. En el descenso de Froome se ve que hay mucho desnivel, por eso tira el cuerpo hacia adelante, porque el peso hace que la bici vaya más rápida. En la prueba del vídeo han puesto mucho menos desnivel, ahí no sirve la postura de Froome.
samumartinlorenzo
Infumable el artículo, no porque sea malo en si, ni el tema mal escogido, sino porque los """chistes""" (y lo pongo entre muchas comillas) del redactor quitan las ganas de seguir leyendo. Deberían de dedicarse más a informar y menos a hacer comentarios, chistes o comparaciones sin gracia, no venimos a xataka a leer humor de 15 añeros.
Y ya lo de usar expresiones en inglés en vez de en español "para hacerse el chulo".... en 2021 y aun hay pseudoperiodistas de pacotilla que siguen pensando que eso los hace parecer más expertos.
Usuario desactivado
El clasico rebufo de los juegos de carreras, vaya.