A pesar de sus esfuerzos, ventajas fiscales, ayudas, alicientes e incluso su empeño por hacer campaña a favor del amor y los matrimonios, China no está logrando resolver el que parece ser su gran talón de Aquiles: la demografía. 2024 se cerró con un ligerísimo repunte de nacimientos, pero ni siquiera eso evitó que el país perdiera población por tercer año consecutivo. Por si eso fuera poco Pekín registró dos datos que oscurecen su horizonte: un descenso pronunciado en los matrimonios y un incremento de los divorcios.
Al margen de su impacto en la pirámide demográfica del país, las cifras nos hablan de algo más: la velocidad (y claridad) con la que se está transformando la sociedad china.
Las bodas, en mínimos. Las cifras que acaba de revelar el Ministerio de Asuntos Civiles dejan poco margen para interpretaciones: en China la familia nuclear pierde peso. Y a buen ritmo. En 2024 se dieron el 'sí quiero' en el país 6,1 millones de parejas, dato nefasto por tres razones.
La primera es que supone un 20,5% menos que en 2023. El segundo es que marca el mínimo histórico en las estadísticas oficiales, que arrancan en 1986. En otras palabras, nunca tan pocas parejas habían pasado por el altar en el gigante asiático. Al menos a lo largo de los últimos 38 años.

¿Es una novedad? En absoluto. Y ese es el tercer motivo por el que el dato de enlaces supone un quebradero de cabeza para Pekín: redunda en una tendencia que las autoridades chinas observa desde hace tiempo. 2024 no es el primer año en el que 'pincha' la estadística nupcial. Todo lo contrario. Rompe con el brevísimo repunte de bodas que hubo en 2023 y retoma una tendencia a la baja que se remonta a 2013.
El mal dato de los últimos meses permite pensar de hecho que el aumento de matrimonios de 2023 fue fruto básicamente de que ese año pasaron por los altares muchas parejas que habían tenido que posponer sus bodas a causa de la pandemia. Al fin y al cabo 6,1 millones de enlaces quizás parezcan muchos, pero no suponen ni la mitad de los cerca de 13 millones de matrimonios que se registraron en el país hace 12 años.
Cuestión de bodas… y divorcios. No es solo que se casen menos parejas. Es que se separan más. En su caso la tendencia no es tan clara; pero que las rupturas aumenten (aunque sea ligeramente) mientras las bodas caen hasta marcar un mínimo histórico agrava las preocupaciones de Pekín. A lo largo de 2024 solicitaron la disolución de su matrimonio 2,6 millones de parejas, lo que representa 28.000 más que en 2023.
El dato es interesante de por sí, pero resulta aún más significativo en su contexto. Los divorcios no crecen sin más. Lo hacen a pesar de los esfuerzos de las autoridades chinas por lograr todo lo contrario: crear parejas, fomentar los matrimonios e incluso ralentizar las separaciones.
Desde enero de 2021 los chinos no se pueden divorciar sin más. La ley les obliga a pasar por un período de "reflexión" de 30 días, un período que empieza a correr tras la solicitud de separación y durante el que cualquiera de las partes puede echarse atrás, lo que pone de nuevo el contador a cero.
¿Y por qué ese empeño? Este gráfico de Statista ayuda a entender el empeño de las autoridades chinas por fomentar los matrimonios: a lo largo de los últimos años el índice de natalidad y el de enlaces parece ir de la mano, ambos cuesta abajo.
La cadena CNN recuerda además que las normas sociales e incluso la propia regulación gubernamental complican que las parejas chinas que no se han casado tengan hijos. Y la natalidad menguante es uno de los grandes desafíos que tiene por delante Pekín, igual que lo es para Tokio o Seúl.
"Un talón de Aquiles demográfico". Durante una entrevista reciente con Reuters, Yi Fuxian, demógrafo de la Universidad de Wisconsin-Madison, hablaba directamente del "talón de Aquiles demográfico" de China y advertía de que si el país no logra corregir su crisis de natalidad puede ver "arruinadas” sus “ambiciones políticas y económicas".
Al fin y al cabo la natalidad tiene una clara deriva económica, social y política y enfrenta a China a la complicada perspectiva de afrontar un futuro envejecido, con cientos de millones de pensionistas por todo el país.
La tiranía de los datos. Puede parecer exagerado, pero los datos son claros. Tras crecer a buen ritmo durante décadas, China entró en una primera fase en la que su población se estancó a la que le ha seguido, ya en los últimos años, otra etapa de claro decrecimiento.
En 2022 el país registró su primera pérdida de habitantes desde la década de 1960 y en el último trienio ha mantenido el signo negativo. No solo eso. El país ha visto cómo se reducía la población activa, de entre 16 y 59 años, mientras aumentaban los ancianos.
Más allá de la natalidad. Las estadísticas chinas no nos hablan únicamente de una crisis de natalidad. En cierto modo muestran cambios profundos a nivel social, reflejando un país en la que los matrimonios pierden peso, aumentan los divorcios y los jóvenes sencillamente priorizan otros aspectos de su vida.
"La energía es limitada, así que elimino lo que más me agota. ¿Lo primero? Las citas", confesaba hace poco a South China Morning Post Owen Cao, un joven chino de 22 años que compagina su primer curso de posgrado con responsabilidades en el club estudiantil y sus aficiones.
Un (breve) alivio demográfico. Las autoridades chinas han desplegado una ambiciosa batería de medidas para revertir la situación en la que se incluyen ventajas fiscales para las parejas, mejor asistencia sanitaria a las embarazadas e incluso promocionaren las aulas la importancia de las parejas y la maternidad.
En 2024 el país registró 9,54 millones de nacimientos, algo más que los 9,02 millones de 2023, pero aún así su población descendió y queda la duda de cuánto de ese incremento responde a la influencia del COVID y las creencias sobre el Año del Dragón. La caída en el número de matrimonios a mínimos históricos tampoco pinta un futuro halagüeño.
Imágenes | Kristoffer Trolle (Flickr), LK MJ (Flickr) y Statista
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