Imagina que eres ingeniero y te informan de que la aerolínea para la que trabajas ha sido vendida a un nuevo jefe, que cambiará la forma en la trabajaréis todos. Cuando llega tu turno te encuentras con la sorpresa de que te piden trabajar a partir de los planos de un modelo de avión décadas obsoleto, pidiéndote que diseñes uno mejor a partir de él.
Esto ya pondría a prueba la paciencia del más dedicado, pero hay un colofón más para rematar: cada mínimo cambio que realices, sea cambiar una pieza o borrar una línea para ponerla de otro modo, ha de producir un diseño capaz de llevar a cabo un vuelo con éxito, sin más riesgo de accidente alguno. Seguramente cualquiera sometido a esto se tiraría de los pelos y acabaría de manicomio, pero realmente esto es lo que siempre ha hecho la evolución por selección natural.
Pasó de moda centrar el debate evolutivo en los creacionistas, o la educación biológica en saber cómo refutarlos, incluso la burla en general a estos. Probablemente fue por un motivo tan arbitrario como muchas otras modas: aunque el porcentaje baja ligeramente según las encuestas se repiten cada pocos años, en 2017 un 38% de los estadounidenses siguen siendo creacionistas de la “Tierra joven” (en 2019 salía un porcentaje algo menor, aunque dependía mucho de cómo se formulaba la pregunta). Es decir, en un determinado momento han llegado a ser unas 120 millones de personas que afirman que el planeta en el que vivimos y todas sus especies fueron materializados por el creador hace poco menos de diez mil años. Aunque el porcentaje suele ser menor en países europeos, nada indica que hayan dejado de ser una minoría notable, y en muchos países no cristianos la proporción es incluso mayor.
Una huella de los sufrimientos de nuestro ingeniero podría ser, por ejemplo, cómo va añadiendo partes de un motor de reacción manteniendo el más primitivo motor de turbohélice hasta que su invento pueda volar en el primero, momento en el que dejaría la turbohélice abandonada o se permitiría quitarle piezas de vez en cuando, sin llegar a hacerla desaparecer del todo. Esto correspondería a los rasgos vestigiales, una de muchas pruebas de la evolución que los creacionistas tienen problemas para explicar.
Sin embargo, la vestigialidad en humanos no son interesantes solo por curiosidad, o para la fácil tarea de refutar el creacionismo. Existe también una fetichización del “diseño” evolutivo, ilustrado con refranes como “la evolución es más lista que tú” citado por algunos investigadores a los que tal vez ayude la, en el otro extremo, admiración que nos ciega. En un ejemplo particularmente cómico leí describir al cuerpo humano como la máquina más perfecta del universo acompañado de una imagen de rutas metabólicas existentes en casi toda vida pluricelular, sin muchas otras no menos complejas, útiles y vitales que observamos las plantas.
Desde la física (con la reciente publicación de Lost in Math, que argumenta que la búsqueda de la belleza y elegancia matemática lleva a apoyar hipótesis sin evidencia) a las humanidades (donde es común pedir evitar el sesgo de romantización de las culturas pasadas) se tiene muy claro este riesgo, y creo que la biología ha de ser igual.
Así pues, contra ambas tendencias creo que si bien es fácil ponerse sádico con errores metabólicos y sus horribles enfermedades raras, es de más interés explorar los muchos rasgos vestigiales que quedan en humanos, desde los anecdóticos y que solo su escaso coste energético evitan que se pierdan a aquellos que todavía nos hacen bastante la puñeta.
Palmaris Longus
Algunos ejemplos no por ser poco famosos resultan difíciles de resaltar, como es el caso del palmaris longus. Tócate el pulgar con el meñique y dobla la muñeca hacia ti.

Si ves un bulto es que eres uno de los portadores de este músculo, ahora inútil, pero que en nuestros antepasados era útil para columpiarse por las ramas (o braquiación, en jerga). Podemos notar varias peculiaridades en este rasgo vestigial.
Primero, lleva mucho tiempo sin ser necesario para hacer vida normal y reproducirse: todo indica que todo el linaje africano de primates, incluyendo chimpancés y los más lejanos gorilas muestran una notable variabilidad en desarrollar o no este músculo. No es así con los orangutanes, sin embargo, y esto ya dio una pista de su función, al tener este grupo una vida mucho más arbórea. Los orangutanes, realmente, son solo semibraquiadores. Para ver un auténtico braquiador, tenéis este vídeo de un gibón:
Otra cosa destacable que observamos en este caso es que no solo parece dar igual su presencia o ausencia, sino que tanto en otros primates como en humanos observamos que éste puede estar duplicado o incluso triplicado.
Hoy en día su interés solo sale de un anecdótico en un contexto médico: se ha documentado la enorme variabilidad de su ausencia en poblaciones humanas (desde un 5% en chinos a un 65% de indios) principalmente por la posibilidad que representa tener su tejido tendonal como material para cirugía sin requerir un donante. Esta variabilidad geográfica es en sí un signo de ser neutral para la selección natural y siendo su frecuencia fruto del devenir de la deriva genética.
El apéndice

Otro ejemplo de órgano supuestamente vestigial más famoso por su relevancia médica que por otra cosa es el apéndice.
Es difícil hablar del tema y no mencionar su dudoso honor de ser mayormente conocido por inflamarse y causar problemas hasta ser cercenado con cirugía, una operación no exenta de sus riesgos. Fue considerado claramente vestigial hasta no hace mucho. Darwin mismo especuló que su función original fue la de contribuir a la digestión de hojas y material vegetal más resistente del que acostumbramos a consumir ahora.
Sirvió de apoyo a esta hipótesis el hecho de que muchos animales herbívoros como los koalas o los caballos tienen uno sobredimensionado, mientras que los carnívoros estrictos que llevan mucho tiempo siéndolo como los felinos simplemente carecen de uno. Sin embargo, hay análisis quedesacreditan esta idea, con más de 32 apariciones independientes pero 7 sólo pérdidas, que no pueden correlacionarse a cambios en la dieta.
Esto muestra la necesaria modestia incluso en las llamadas a la modestia, pues por ello también su inutilidad se ha puesto en duda. Ya en 2007, con el interés actual en el microbioma aún incipiente se especuló que el apéndice realmente podría servir de “refugio” a las bacterias beneficiosas que habitan nuestro intestino, una reserva para mantener a salvo bacterias comensales y simbiontes de patologías como el cólera o la disentería.
Nos plantearíamos entonces si no habríamos estado confundiendo con vestigial un órgano cuya utilidad no es común en sociedades industrializadas donde estas enfermedades ya son raras; después de todo los pacientes de apendicetomía no parecían tener secuelas graves fuera de las complicaciones de la cirugía.
Sin embargo, hoy día hasta eso podría desecharse: en 2020 el análisis un grupo de investigadores españoles de pacientes tras esta intervención encontró que sufren un pronunciado riesgo de disbiosis o pérdida de biodiversidad en la microbiota, notable incluso 8-12 años después. Nada impide solucionar esto con probióticos… excepto que aún tenemos que encontrar unos que funcionen.
Órgano Vomeronasal

Un ejemplo contrario nos lo da el órgano vomeronasal, uno con todos los indicios de ser vestigial a pesar de los intentos que ha habido de buscarle restos de función. Primero toca describirlo, dado que una mayoría puede no conocerlo: se trata de un segundo sentido del olfato, localizado entre el septum y la parte superior del paladar, muy frecuente en reptiles pero que va perdiéndose en muchos linajes de mamífero, incluido el nuestro.
Su función ancestral es la detección de feromonas, desde la detección y evasión de congéneres enfermos a la búsqueda de pareja, y por ello muchos se han interesado en su posible efecto en la atracción subconsciente, un tema que siempre atrae morbo. Pero el debate siempre ha estado ahí, incluso de su misma existencia en humanos.
De hecho, hay estudios que aportan varias de las pistas que indican ausencia de función: primero, solo una porción variable de la población desarrolla un órgano vomeronasal, siendo las cifras de un estudio 59.1% de cadáveres y 28.2% de pacientes vivos (¡La muestra era bastante pequeña! ¡No os preocupéis, ser portador no aumenta el riesgo de morirse!). Además, observamos el derroche de su desarrollo en el feto para después notarse la degeneración y pérdida de las proyecciones neuronales que se emiten desde este órgano, cortando cualquier vía posible de comunicación al cerebro.
Por último, se han aislado varios genes cuya función está claramente relacionada con el desarrollo del órgano vomeronasal en otras especies. En humanos (y en todos los primates catarrinos, en realidad) cuando miramos la secuencia de esos genes vemos una gran cantidad de errores sin corregir, señal de que la selección natural no se molesta en mantener ese material genético funcional.
Coxis

En nuestro esqueleto, tan evidente como la pelvis de las ya desaparecidas patas traseras de las ballenas, encontramos un resto famoso: la coxis que queda como testimonio de nuestros antepasados con cola. Resulta un curioso ejemplo de algo que realmente estamos a medio camino de perder y a su vez de las pistas de nuestra ascendencia evolutiva que podemos encontrar en el desarrollo embrionario.
Los de Haeckel son los más famosos y controvertidos, pero en muchos otros dibujos podemos ver la curiosa molestia que se toma la embriogénesis en darnos una cola en un estadio temprano, en el que casi todos los vertebrados se parecen, para luego deshacerla a base de todo el suicido celular que haga falta, y no llegando a eliminarla del todo: siempre nos quedan dos centímetros y medio de hueso que resultan un ejemplo no tan frecuente pero más correcto de la inutilidad y problemas que llevan a intervención quirúrgica para quitarlo sin mayor secuela que se adjudica al apéndice.
Con esto observamos además otro fenómeno evolutivo curioso como es el atavismo: algunas raras mutaciones que dan lugar a cambios sorprendentemente complejos, porque tienen la ventaja de encajar con patrones de desarrollo ya suprimidos pero que siguen en nuestro genoma en potencia, escondidos. Al fin y al cabo, no hemos parado de evolucionar ni mucho menos.
Un caso llamativo y de momento solo encontrado dos veces son las personas con un corazón tricameral como el de las serpientes, pero relacionado con la coxis tenemos los bastante más comunes casos de seres humanos con cola, aunque para la mayoría es pequeña y solo una minoría tiene la musculatura lo bastante bien desarrollada como para moverla voluntariamente. El récord aparente lo ostenta Chandre Oman, un hombre indio cuya cola de 33 cm hace que, aparentemente, algunos de su comunidad le consideren una reencarnación del dios mono Hanuman, llegando a creer que se han curado dolencias tras tocar su cola.
Tubérculo de Darwin

La mayoría de mamíferos no se bastan con tener dos orejas para orientarse de dónde viene un sonido: intentan localizar la fuente de este moviendo la oreja entera con músculos que tienen en su base, que les permiten inclinar el oído externo. Sin embargo, desde el linaje que nos separó de los monos modernos, lo habitual en primates ha sido girar el cuello, y ahora muchos de nosotros ni siquiera podemos moverlas voluntariamente.
Es importante tener claro que cuando hablamos de rastro del músculo que permitía este movimiento no nos referimos a toda la hélice superior del oído externo, sino especialmente a la protuberancia que señala la fecha: ese bultito es todo lo que queda del músculo responsable de la notable flexibilidad que mencionamos antes. Igual que el palmaris longus, se ha notado gran variabilidad según población: una muestra española vio esta anomalía solo en el 10.5% de la población, mientras que en indios se ven frecuencias del 40% y en suecos su frecuencia llega al 58%.
Las muelas del juicio

Una vez más se ve que algo realmente vestigial muchas veces tendrá una frecuencia que "va por libre", desapareciendo o apareciendo sin aparente ton ni son, pues su evolución irá guiada por el azar. Otro caso aparente es el de las muelas del juicio.
La historia vieja se puede resumir en: las muelas del juicio duelen horrores, pero por supuesto mientras ese dolor a horrores no resulte en menos descendencia fértil estarán con nosotros para rato. En el embrión se forma una lámina dental que se va partiendo para dar primordios de cada grupo de dientes, dividiéndose incluso más de lo que se pueda suponer: no sé si el lector ha visto alguna vez un cráneo de bebé, donde se pueden ver no solo los dientes de leche si no los de adulto. Realmente se nacería con la mayoría ya en tu cráneo.
Sin embargo parece que la división en dos o tres pares de molares se decide más adelante en el desarrollo, y muchos lo achacaban una vez más al reblandecimiento de la comida que consumimos, esta vez con la agricultura. A veces, incluso, se habla de cierta sensible plasticidad en el desarrollo y se sugiere que de comer una dieta más dura veríamos más gente desarrollando muelas del juicio. El problema es que esto no está del todo claro, la variabilidad geográfica no da mucho apoyo a esto.
Poblaciones que llevan similar tiempo viviendo de la agricultura sedentaria muestran proporciones muy desiguales de presencia o ausencia de terceros molares. Los aborígenes australianos, de una dieta no excepcionalmente dura, muestran tercer molar casi siempre, mientras que por el contrario, los indígenas mexicanos prácticamente no lo desarrollan. El asunto está bien confuso, así que permítanme usar el manido comodín de moda y decir que probablemente tenga algo que ver la epigenética.
Plica semilunaris

Otro rastro evolutivo que otrora fue un rasgo mucho más remarcable lo podemos encontrar en nuestros ojos, con cuidado de no confundirlo con la glándula lagrimal.
Esta es la plica semilunaris, un pliegue que es todo lo que queda de un tercer párpado translúcido de función casi tan diversa como los grupos animales que lo tienen: en leones marinos limpia el ojo tras llegar a tierra, en cocodrilos, castores y manatíes sirve para protegerse bajo el agua. Los osos polares la usan para protegerse de la radiación ultravioleta. Las aves encuentran usos tan diversos como defender la frágil vista del ansia picoteadora de las crías a impedir daño retinal en pájaros carpinteros.
En águilas su función es también proteger de todos lo que se te pueda meter en el ojo, en su caso cuando caes en picado tras una presa a grandes velocidades. Se puede apreciar aquí no solo el aspecto de la membrana nictitante que compone este párpado sino lo raro que nos resulta ver este parpadeo horizontal.
Among the interesting things captured by the Slow Mo Guys in this 2019 video, there's the impressive motion of the nictitating membrane seen on a golden eagle https://t.co/9Jank3as51 [full video: https://t.co/KG8ji4G5Hs] pic.twitter.com/K5aYmNyBIM
— Massimo (@Rainmaker1973) May 5, 2020
En nuestros parientes cercanos solo el anguantibo, un primo de los lémures, posee una membrana funcional, aunque otros primates siguen usando el músculo orbital que servía para parpadear con ésta. No es así en humanos: hasta ese músculo se encuentra totalmente atrofiado.
Los reflejos

Finalmente, otros ejemplos podemos encontrarlos en nuestros reflejos. El de succión en lactantes es obviamente aún funcional, pero el de prensión, tan extendido en mamíferos que lo vemos en algunos marsupiales, no es muy útil ahora que apenas nos cubre pelaje, incluso si los bebés conservan una sorprendente fuerza a la hora de agarrar todo lo que pillen.
Algunos van tan lejos como para explicar el hipo como un vestigio de nuestra vida anfibia, aunque de momento esto solo se sostiene en su fisiología y bioquímica compartidas, apareciendo cuando hay exceso de CO₂, inhibidos por agonistas del receptor GABAérgico y frecuentes en bebés porque sus pulmones aún no están del todo formados.
Tanto en infantes como en adultos solemos llamar ‘piel de gallina’ a cuando se nos eriza el pelo. Esto suele ser una simple respuesta emocional, involuntaria, de la que es responsable el sistema nervioso autónomo: puede ocurrir con el frío incluso cuando alguien tiene tan poco vello que apenas resultará abrigo, o cuando alguien se encuentra realmente emocionado escuchando música.
Cualquiera que haya visto enfadarse o sorprenderse a un gato sabe que este reflejo sabe que con el pelo erizado parecen más grandes, algo útil para intimidar cuando quien te ha sorprendido o enfadado es alguien de tu tamaño. En personas, además, encontramos algo aún más raro, de momento solo tres casos: gente que puede poner la piel de gallina a voluntad.
Foto | OlejyKKK
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60 comentarios
keridito
Interesante que la foto del palmaris longus no describe el palmaris longus....
mikeferga
Hombre, yo a los pezones en los machos les encuentro un utilidad muy satisfactoria...Al menos en los míos ;-). Será que aún no he evolucionado lo suficiente...
fefe
Me alucinan estos artículos que sacáis de vez en cuando en los que pasáis de hablar de teles, coches o móviles a la evolución humana =) muy buen artículo, bastante ameno y educativo.
JuanAnt
Como me gustaría acumular grasa delante de la espinilla y no en la panza... la de dolores que nos ahorrariamos!
;)
kognox
y seguro que dentro del cerebro hay zonas que ya no usamos.
alejandrocampaiglesias
Me choca que digan que solo tres personas en el mundo pueden erizar el vello. Yo puedo hacerlo cuando quiero y a mí nunca me han preguntado.
kaiser232
Los del estudio de la piel de gallina me pueden contactar, yo también puedo ponerla a voluntad. La verdad no creo que sea algo tan raro sino que no buscaron bien.
muivrebe
Al final, ...todo siguen siendo suposiciones y teorías.
Buen método científico....
a777a
Dios no existe.. Y quienes creen en su existencia toman por Fe sentimientos como el temor, o la necesidad de someterse a algo mayor. Dan por sentada la veracidad de palabras escritas hace siglos -o transcritas, es decir, sólo las copiaron-, por personas que a pesar de su sabiduría en aquellos tiempos, no disponían de los elementos de juicio de los que disponemos hoy en día.
pakmannn
¿Y los pezones en los machos? ¿Como se clasificaría? ¿Es vestigio o anomalía?
juanjocr
Leí por ahí que con el tiempo los dedos pequeños del pie irán desapareciendo...
thebigbugtheory
es curioso, las muelas del juicio a mis 22 perdi los molares izquierdos, 1 por un huesillo de de cordero y el otro descuido y caries que dejaron inservible. luego de vivir sin esos molares por 5 años, note como las muelas del juicio, se movieron hasta casi tomar el lugar de las muelas. y doy gracias por no habérmelas extraído, ya que sin ellas no disfrutaría de las papas fritas ,mani, etc etc.
y no recuerdo donde escuche que las amígdalas, tenian un rol importante con respecto al instinto de apostar
venox
¿Solamente tres personas que pueden poner la piel de gallina voluntariamente?
Nunca me había planteado que el resto de personas no puedan hacerlo voluntariamente.
Yo sí puedo, sin ninguna complicación...
poncho777
Y si no te cortas nunca las uñas estas crecen hasta hacer imposible coger nada, no tiene sentido.
Lo mismo ocurre con con el cabello.
poncho321
Cualquier animal del planeta salta o cae dos o tres veces su tamaño y como si nada.
Vas por la calle, te tropiezas y te rompes la muñeca, tobillo o fractura de cadera.
Somos de cristal.
sebas77
Me ha encantado
dvcharol
Creo que se te escapa que no somos maquinas,y no hay ninguna competencia,tal vez todo esto que llamas vestigial no sea para ahora,sea para funcionar en el futuro
Samuel Gómez Arnaiz
Yo creo que si están es por una buena razón, ¿o ahora resulta que la naturaleza es mas tonta que nosotros?
freethinker
Cuanta soberbia, simplente la ciencia actualmente esta aun tan atrasada que no sabe para que sirven que es distinto, tambien se creia que el apendice como erroneamente se dice aqui no seriva para nada pero sirve de reservorio de bacterias intetinales para repoblar el intestino tras una diarrea o infección. Y la gente que le quitan el apendice tiene muchos mas problemas de salud el resto de su vida.
soberbia cientifica como siempre.
alejandroyaremchuk
Este artículo es muy retrógrada, durante décadas se repite lo mismo. No hay nada nuevo en la ciencia? Por ejemplo, que ya hace mucho los dibujos de embriones de Haeckel fueron descartados como falsificaciones del autor a favor de su teoría preferida. O cómo se frustró la campaña de apendicectomía a los bebés, un intento soberbio de corregir diseño divino.
Escuché algo sobre el fundamentalismo y la religión? Sí, es una descripción perfecta para esta escritura.
gorbea0
Los objetos diseñados por ingenieros también tienen componentes que no sirven para nada, en mi coche sin ir más lejos tiene botones sin función y la caja de fusibles tiene algunos vacíos.
Lo que me extraña de la evolución no es que haya elementos vestigiales sino que no haya apenas elementos (si es que los hay, no lo sé) que ni han servido en etapas anteriores ni sirven para nada ahora. Si sólo la casualidad es la que opera debería haber generado montones de cosas inútiles que no desaparecen por selección ya que la selección sólo filtra aquello que dificulta la adaptación al entorno y la reproducción.
La teoría de Darwin no me convence, yo apostaría por investigar en la dirección de Lammark
HAXNAGE
Vestigios debla evolución? Para mi todo eso es que el cuerpo humano fue diseñado para realizar actividades que no hacemos y para resistir condiciones a las que estanos expuestos actualmente. Evolución mis cojones.