Tras años de japonización, en España hay ya una generación a las puertas de un escenario incierto: la vejez sin hijos

Casi el 20% de las personas de entre 55 y 64 años no han sido padres. Es un anticipo de lo que está por venir

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En 1960 cada mujer española tenía a lo largo de su vida casi tres hijos. Hoy no llegan a 1,2. Los datos son solo eso: datos, medias demográficas, pura matemática estadística, pero sirven para comprender mejor tendencias que cada vez están más presentes en el día a día de los hogares. A medida que se hunde la natalidad, se alarga la esperanza de vida y cambian las familias, España se encuentra con una nueva realidad: las primeras generaciones "sin hijos" se asoman a la vejez con el desafío de afrontar esa última etapa vital sin descendencia. Ni hijos. Ni nietos.

La gran pregunta es… ¿Por qué? ¿Y qué implica?

Cuestión de cifras. La demografía española (al igual que la de otros muchos países, dentro y fuera de Occidente) está cambiando. Mucho. Y rápido. De hecho lleva ya tiempo haciéndolo. Si repasamos el índice de fecundidad nos encontramos con que se ha desplomado a lo largo de las últimas décadas: de 2,94 hijos por mujer en 1967 hemos pasado a 1,12. Y bajando. Traducido en bebés eso supone que hoy nacen en España menos de la mitad que en el baby boom.

La tendencia ha sido la opuesta entre las personas que viven solas. Al menos a lo largo de los últimos años. Si en 2014 los hogares unipersonales suponían el 24% del total del censo, seis años después eran ya el 26%. Otra realidad es la de quienes conviven en pareja pero optan por hacerlo sin descendencia. En 2020 el INE contabilizaba cerca de cuatro millones de hogares con ese perfil, dos de cada diez.

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Generaciones sin hijos. Hace unos meses el CIS aportaba un enfoque aún más interesante. Sus técnicos preguntaron a personas nacidas a lo largo de las últimas décadas si tenían hijos y se encontraron con el que el porcentaje de 'síes' caía de forma clara a medida que lo hacía la edad de los entrevistados.

Se trata de una tendencia predecible entre los encuestados más jóvenes, de menos de 34 años, pero el estudio refleja algo más: entre las cohortes con edades más avanzadas, las que se asoman ya a la jubilación, hay también un porcentaje considerable de gente sin descendencia.

Y para muestra un botón. Si el 89% de las personas de 75 o más años tenían hijos, ese porcentaje bajaba al 81,5%entre los entrevistados de 55 a 64 años. Si nos vamos a los de la horquilla de 35 a 44 años la proporción baja aún más, hasta el 62%, y si descendemos aún más, centrándonos en la población de entre 25 y 34 años, nos encontramos con que solo el 32% de los encuestados ha tenido al menos un retoño.

¿Por qué es importante? Porque como señalaba hace poco El Periódico de España (EPE) en un análisis sobre ese mismo fenómeno, los datos del CIS nos muestran que España está a las puertas de un hito demográfico: la llegada a la vejez de la primera generación en la que un porcentaje relevante de personas ha optado por no tener descendencia. Según el CIS, en la franja de edad de 55 a 64 años suponen el 18,5%.

"El fantasma de la vejez sin hijos". Entre ese 18,5% de personas sin descendencia, como confesaba hace poco una pareja en la cincuentena a EPE, hay quien contempla ya con preocupación al "fantasma de la vejez sin hijos". Es decir, la perspectiva de hacerse mayor o volverse dependiente sin hijos o nietos que, llegado el caso, puedan servir de red.

"Parece que siempre vas a ser autónomo, pero el envejecimiento se nota año tras año y verlo en tus mayores provoca inquietud porque tener hijos no significa que nadie te vaya a cuidar, pero sí que podrás tener un apoyo, al menos alguien a quien llamar", anota la misma pareja. Ellos mismos tienen ahora padres octogenarios que necesitan ayuda y "alguien para todo". "¿Qué harían sin sus hijos?".

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Marcando el camino. Un 18,5% puede parecer un porcentaje reducido aún, pero el estudio del CIS es interesante por algo más: sugiere que ese escenario de 'vejez sin hijos' será cada vez más habitual. Entre los entrevistados de 45 a 54 años el porcentaje de quienes aseguran no tener descendencia supone el 21,3% y entre las personas de 25 y 44 años roza el 36-66%. La maternidad se ha ido retrasando con el paso de las décadas y hoy por hoy se sitúa en casi 33 años, con lo que lo lógico sería que esos porcentajes se suavizaran, pero aún así la tendencia es clara.

El CIS confirma además otra realidad que instituciones como el INE vienen dibujando desde hace tiempo: muchas de las parejas que sí han sido padres han tenido un único descendiente, con lo que el apoyo que puedan recibir en su vejez dependerá de un solo hijo.

Llega revisar dos cifras para entenderlo: entre los mayores de 75 años el porcentaje de personas con hijos que aseguran haber tenido más de un retoño alcanza el 90,3%. Entre los entrevistados de 55 a 64 años esa misma proporción se desploma ya hasta el 73,5%.

Una realidad compleja. La gran pregunta llegados a este punto es… ¿Por qué los españoles tenemos menos hijos que hace unas décadas o incluso optamos por no tenerlos? La respuesta es compleja y suma múltiples factores, incluidos cambios culturales, laborales y sociales, pero hace unos meses el  CIS reflejaba otro factor igual de relevante: el económico.

Según sus sondeos, el 77,3% de los españoles cree que la gente no tiene hijos "por falta de medios económicos". El 44,1% señala otra causa que va en la misma línea: "problemas para conciliar" vida laboral y profesional. Es más, el centro de investigación precisa que el 59% de los encuestados que no han sido padres reconoce que les hubiese gustado serlo.

"Crear redes de apoyo". La otra pregunta que queda botando es… ¿Qué supondrá ese aumento de personas que llegan a la vejez sin hijos ni nietos? ¿Se traducirá en mayor presión para las arcas públicas? El problema no es exclusivo de España. Otros países (incluso en Asia) se enfrentan también al desafío de ver cómo su pirámide demográfica se va ensanchando en su borde superior a medida que aumenta la población envejecida y se agudiza la crisis de natalidad.

Con ese telón de fondo han ido surgiendo diferentes fórmulas que buscan arropar a las personas de mayor edad. Por ejemplo, el sistema de viviendas colaborativas, el famoso cohousing senior, que básicamente plantea crear espacios en los que sus usuarios puedan disfrutar de viviendas independientes mientras comparten los gastos de ciertos, como enfermería, chófer o limpieza. La idea es que sean una alternativa a las residencias tradicionales. Algunos expertos abogan por"invertir y crear redes de apoyo" con miras a la vejez.

Imágenes | Huy Phan (Unsplash), Matt Bennett (Unsplash) y CIS

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