Tras casi una década con el Apple Watch me he pasado a un Garmin. Y he entendido lo que me estaba perdiendo

Tras casi una década con el Apple Watch me he pasado a un Garmin. Y he entendido lo que me estaba perdiendo

Tras una década con Apple Watch, migré a un Garmin por sus profundas métricas y análisis deportivo. La batería se agradece, pero al final es lo de menos

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Garmin 6

En junio de este año se hubiesen cumplido diez años desde que llevaba un Apple Watch en mi muñeca. Se hubiesen. Llevaba. Durante esta casi-década he defendido sus virtudes, comprendido sus limitaciones y celebrado sus mejoras. Y he divulgado mucho sobre él y sobre cómo sacarle el máximo partido.

La idea de migrar a Garmin siempre me resultó ajena: sus relojes me parecían excesivamente especializados, con interfaces complejas y un público demasiado específico. La versatilidad de watchOS eclipsaba cualquier alternativa.

Hoy, tras más de un mes con un Garmin Epix 2 en la muñeca, todas esas convicciones se han desvanecido.

Otras prioridades

El catalizador de este cambio fue mi propia evolución como corredor. Del trote a siete minutos por kilómetro hace cinco años, en estos últimos meses he completado una media maratón en 1:40 h y carreras de 10 kilómetros en 43 minutos. Nada muy allá, pero desde luego mucho mejor que antes. Ahora, con la vista puesta en mejorar esas marcas y en completar mi primera maratón sub'3:30 h, mis necesidades han cambiado.

Garmin 2 El Epix 2 en mi muñeca. Imagen: Xataka.

La epifanía llegó en la media maratón de Valencia, dos días antes de la DANA. Mi Apple Watch Ultra 2, con el que salí de casa al 50% de batería, agonizaba al 1% al llegar a meta. El LTE, inadvertidamente activo, había drenado la energía casi hasta dejarme sin registro desde que me alejé del iPhone, pues pasaron varias horas.

La revelación fue cristalina: incluso el Apple Watch más avanzado es, en esencia, un reloj inteligente con prestaciones deportivas, no un reloj deportivo. El Garmin me hubiese avisado antes de comenzar la carrera diciéndome que con esa configuración no tendría ni para dos horas de carrera.

Durante años compensé las carencias del Apple Watch con un mosaico de aplicaciones:

Muchas de ellas con su suscripción mensual, fragmentando la experiencia y multiplicando costes. Lo que Garmin ofrece nativamente, el ecosistema Apple lo resuelve mediante parches de pago de terceros.

La gota final fue una tirada de 31 kilómetros en una zona poco familiar. Tres paradas para orientarme con el móvil pusieron sobre la mesa las limitaciones de navegación del Apple Watch: es posible, sí, pero también es tediosa y no está integrada de forma nativa en la aplicación de entreno.

carrera La primera carrera popular con el Garmin en la muñeca. Imagen: Xataka.

Entre Garmin, Suunto y Coros, me decanté por Garmin principalmente por mantener el pago desde el reloj. El Epix 2 demolió mis prejuicios desde el primer momento. Su interfaz, sorprendentemente intuitiva, se controla mediante cinco botones físicos y una pantalla táctil opcional. La navegación resulta precisa incluso con lluvia o sudor, sin necesidad de atención visual constante. Minipunto para los botones.

Garmin1 Una esfera con doce complicaciones muy personalizables y la hora en digital bien visible. Imagen: Xataka.
Watch 1 Ni las esferas más completas y versátiles del Apple Watch llegan a tanto. Entre siete y nueve complicaciones (en ese caso, con la hora en analógico) es lo máximo donde llega. Imagen: Xataka.

El contraste con Apple Watch es claro: donde Apple ofrece una experiencia pulida pero rígida en lo deportivo, Garmin permite una personalización descomunal, tan grande que el principio abruma. Desde la configuración granular de cada pantalla de entrenamiento hasta la creación de rutinas completas vía web, mucho más cómoda. El dispositivo no solo registra datos: los interpreta, analiza y traduce. Unos ejemplos:

  • Foco de carga de entrenamiento. Induce a equilibrar la carga entre aeróbica de baja intensidad, aeróbica de alta intensidad y anaeróbica. Al principio siempre la tenía desequilibrada en favor de la aeróbica de alta intensidad, lo cual dificulta la mejora y aumenta el riesgo de lesión.
garmin Al empezar con el Garmin esta gráfica estaba desequilibrada, un mes después los valores que estaban bajos están dentro del rango y el que se excedía por mucho ya está a punto de normalizarse también. Imagen: Xataka.
  • Puntuación de resistencia. Para entender nuestra forma física real y su evolución a lo largo del tiempo.
  • Puntuación del sueño. No solo dice cuánto hemos dormido y cuánto en cada fase, sino que otorga una puntuación y da una breve descripción que correlaciona con nuestra recuperación y nuestra predisposición para entrenar.
  • Puntuación en pendientes. Mide nuestra resistencia y fuerza en pendientes, malas noticias para el ego de un valenciano acostumbrado a llanear.
  • El papel del VO2 max. Una métrica clave que en el Apple Watch queda relegada a un rincón de Salud y a la que Garmin da protagonismo.
Garmin 3 Imagen: Xataka.
Garmin 4 Carga aguda de entrenamiento (a corto plazo) y su rango óptimo en función de la carga crónica (a largo plazo). Imagen: Xataka.

Otro ejemplo: al detectar mi cadencia de carrera subóptima (160 pasos por minuto), el reloj no solo me ayudó a entender visualmente que era demasiado baja, sino que me permitió construir la solución: integra un metrónomo de vibración para guiarme hacia los 170 pasos ideales para mi estatura. Este nivel de detalle integrado marca la diferencia.

¿Echo de menos el Apple Watch? Indudablemente. La respuesta rápida de mensajes, el control musical, el control remoto de la cámara del iPhone, el Shazam instantáneo, los temporizadores por voz o consultar el marcador del Valencia desde la esfera durante un concierto (caso real) son lujos difíciles de abandonar. Pero he descubierto que prefiero la excelencia específica a la versatilidad que no es tan profunda en lo deportivo.

  • Hay matices, claro. El GPS no es tan preciso como el del Ultra 2 ni seleccionando el modo de máxima precisión.
Garmin 5 Las predicciones de tiempos de carrera (5K, 10K, 21K, 42K), otro añadido que no está en el Apple Watch, y ni siquiera hay opciones de terceros de buena calidad y fiabilidad. Imagen: Xataka.

La autonomía merece mención aparte: la carga semanal ha reemplazado al ritual diario. Los viernes por la mañana son mi nuevo ritual de carga. Y aún sobra batería tras siete días de uso.

La migración no ha sido fácil. El Ultra 2 sigue siendo extraordinario, pero mis necesidades han evolucionado. Ya no busco solo registrar actividad, sueño y métricas pasivas: necesito comprender esas métricas para optimizarlas y planificar con precisión.

La especialización tiene su valor. El Epix 2 no aspira a ser un mini-iPhone, y precisamente por eso destaca en su ámbito, aunque se inhiba en otros.

Por cierto, pasar a otro cable propietario para la carga me hacía la misma gracia que el penalti que Yunus falló contra el Betis, pero en un pack de 3 adaptadores USB-C encontré mis mejores aliados. Uno en el despacho, otro en la mochila y otro en el coche.

¿Volveré al Apple Watch? Probablemente, cuando mis prioridades cambien o watchOS madure deportivamente. Por ahora, este cambio reafirma una verdad universal: la herramienta óptima no es la más versátil, sino la que mejor se ajusta a nuestras necesidades.

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